Devotos del basket
- Padiesha
- 11 nov 2018
- 1 Min. de lectura
En esta casa el baloncesto es religión.



Puntualmente, cuatro días por semana, entrenamientos (dos de Jaime y dos de Sergio). Y los fines de semana, a la ceremonia, es decir, a los partidos. Siempre que los horarios lo permitan allá que vamos toda la familia, pelotas y cámara en mano para no perdernos ni una sola de las liturgias. Aparte, claro está, de los partidos que Sergio tiene que pitar y de aquellos en los que nos quedamos porque nos apetece ver a tal o cual equipo.



¿Y el fin de semana que no hay partido? Pues algo habrá... ¿Una invitación para un entrenamiento en Weert, en la Basketbal Limburg Academie? Pues claro que sí.


Y aún Míkel tiene 3 años. Cuando empiece con los entrenamientos y los partidos...

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