En esta casa el baloncesto es religión.
Puntualmente, cuatro días por semana, entrenamientos (dos de Jaime y dos de Sergio). Y los fines de semana, a la ceremonia, es decir, a los partidos. Siempre que los horarios lo permitan allá que vamos toda la familia, pelotas y cámara en mano para no perdernos ni una sola de las liturgias. Aparte, claro está, de los partidos que Sergio tiene que pitar y de aquellos en los que nos quedamos porque nos apetece ver a tal o cual equipo.
¿Y el fin de semana que no hay partido? Pues algo habrá... ¿Una invitación para un entrenamiento en Weert, en la Basketbal Limburg Academie? Pues claro que sí.
Y aún Míkel tiene 3 años. Cuando empiece con los entrenamientos y los partidos...
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