Que en el mismo día, con pocas horas de diferencia, yo haya leído esto escrito por Isaac Asimov:
“Fue en ese intervalo cuando comienza la ciencia ficción moderna, (…) una forma de literatura que trata de sociedades que difieren de la nuestra específicamente al nivel de la ciencia y de la tecnología, y hacia la cual puede pasar, de manera concebible, nuestra sociedad por medio de unos cambios apropiados a ese nivel. Lo que diferencia la ciencia ficción de la fantasía o de la “ficción especulativa”, es que la sociedad de ficción no se puede conectar con la nuestra por ninguna serie racional de cambios.”
Y haya escuchado decir esto a Arturo González Campos en el “Cinemascopazo #16 Jurassic Park”:
“(...) desde el concepto “Ciencia Ficción” que evidentemente quiere decir eso: ciencia llevada a la ficción, es decir, algo que tiene una base científica que todavía no se puede llegar a ello pero que, probablemente, o llegado un momento se podrá, ¿no? Porque o si no sería lo contrario, sería fantasía (…).”
Puede ser que sea una de esas casualidades tremendas que te hacen pensar estar protagonizando una película con un guión hecho muy a la ligera, o puede que sea, y esta teoría me gusta más, una revelación más que me confirma que voy por el buen camino, que si leo esto y escucho aquello lo más lógico es que termine escuchando cosas parecidas aquí y allá.
Y no es que crea, ni mucho menos, que hasta ahora haya llevado una existencia pobre y triste, alejada de todo lo que me gustaba y mis referencias hayan sido equivocadas y ahora me esté encauzando. Pero sí que, quizá, no encontré en su momento el contexto ni la compañía adecuada en la que me habría sentido más cómoda, más en mi salsa, siendo más “yo misma”, la que ahora sé que soy en cuanto a aficiones, a gustos, a formas de ver la vida. Un sitio desde el que miro hoy a mi alrededor con la seguridad de saber que estoy en el lugar que me apetece.
Toda esta reflexión, a la que vengo dándole vueltas desde hace un tiempo, suena un poco a psicología barata (si es que hay otra), pero podría ser la explicación a un hecho innegable y es que me gustan demasiadas cosas que tengo que disfrutar a solas o, simplemente, aparcar por no tener nadie con quién compartirlas.
Aquí he de decir que el guionista tampoco es que haya hecho un gran trabajo.